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El viento de los muertos: mensajes que viajan con el aire en Rusia y Siberia

12 Sep 2025

En muchas culturas del mundo, el viento no es solo un fenómeno natural: es un portador de voces, memorias y presencias invisibles. En algunas regiones de Rusia y Siberia, existe una creencia ancestral profundamente poética: el viento puede traer mensajes de los muertos a los vivos.

En estos paisajes de tundra, nieve y silencio, el viento no pasa desapercibido. Su sonido, su fuerza o su dirección son leídos como señales. Para muchas comunidades locales, especialmente entre pueblos indígenas como los yakutos o los evenki, el viento es el medio a través del cual las almas de los difuntos se comunican con los que aún caminan sobre la tierra.

Susurros que consuelan

Cuando sopla el viento de forma repentina o inusual, se dice que los espíritus de los antepasados están cerca. A veces traen advertencias; otras, consuelo o simplemente una presencia que recuerda: Estoy contigo, no estás solo.

Estos alientos invisibles son especialmente importantes en fechas señaladas: aniversarios, nacimientos, cambios de estación. En esos momentos, las familias salen al exterior, cierran los ojos y escuchan. Si el viento acaricia suavemente, es señal de paz. Si ruge, puede indicar que algo no está bien en el mundo espiritual y hay que prestar atención.

El viento como mensajero del alma

En algunas creencias siberianas, el alma no se va de inmediato. Puede permanecer un tiempo en el entorno, especialmente si hay asuntos pendientes o mucho amor que la ata al mundo. El viento, entonces, se convierte en su medio de transporte. A través de él, el espíritu visita, se despide, agradece o incluso guía.

Por eso, en muchos funerales tradicionales, se guarda silencio cuando el viento sopla. No se trata solo de un fenómeno natural, sino de una presencia sagrada. Hay quienes afirman que, si se escucha con atención, en ese murmullo viajan nombres, promesas o frases de despedida.

Un puente invisible entre mundos

Aunque estas creencias pueden parecer lejanas, comparten algo con muchas otras tradiciones: la certeza de que el vínculo con quienes amamos no se rompe con la muerte. Sea a través de un sueño, una canción, una mariposa o, como en Siberia, una ráfaga de viento que nos roza la piel y el alma.

El duelo es también un viaje espiritual. Y si el viento puede convertirse en puente, en consuelo, en recuerdo… entonces merece ser escuchado con el corazón abierto.

Cuando el viento sople sin razón, no tengas prisa. Detente. Cierra los ojos. Quizá no sea solo aire… quizá sea un mensaje de quien aún te cuida desde otro lugar.